Caminaba a veces, un poco sin sentido,
otro poco con pensamientos...
Me acompañaba, a veces, esa sombra
inherente, ese silencio.
Camino, a veces, y respiro y huelo y veo el cielo
y recuerdo y soy y estoy vivo.
Sonrío, callo, sonrío conmigo
y sonrío con el niño que lleva esa señora.
Siento mi piel, el sol la siente, el viento.
Mi voz se expande hacia el cielo... sin palabras.
lunes, enero 31, 2005
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