viernes, enero 30, 2009

Del cajón...

Me encontré por ahí una convocatoria para un concurso de cartas de amor y desamor. Me acordé de una carta que escribí hace algunos años, pero, como ya pasó la fecha de cierre para el concurso pues la publico nuevamente en este blog.

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Carta a Mariposa

Querida Mariposa:

Hoy ha sido un día difícil, desde las primeras horas, el clima dejó venir las nubes más oscuras que se habían presentado. Uno puede ser un inepto cuando no sabe cómo espantarlas, pero las nubes así vienen, sin anunciarse, de pronto dejan caer una lluvia tremenda y un buen momento dejan, aunque no siempre, ver el sol. A veces uno no lo nota porque fue a refugiarse de la lluvia, dentro de casa, donde uno no pueda mojarse ni un poquito.

Hace mucho tiempo, aprendí a disfrutar la lluvia, esos pequeños instantes son tan maravillosos como los otros, los radiantes. Finalmente, usted sabe que la vida está hecha de esos, brevemente, eternos instantes.

Hay días que de tan ordinarios, uno les pudiera llamar días difíciles, sin embargo, hay días que de tan extraordinarios, uno se llena de miedo y decir difícil siempre es poca cosa. Hoy, por ejemplo, llegó la mañana anunciando que usted había volado lejos, sin embargo, yo sabía en el fondo que usted no había partido, sino que estaba ahí, tratando de convencerse de volar lejos. Finalmente, las Mariposas nacieron para volar y nadie sino ellas saben el momento en que deben hacerlo.

Los lobos esteparios en cambio, no sabemos sino quedarnos en la estepa, nuestra naturaleza nos lleva siempre a este momento, en que las certezas se quedan únicamente para poder guardarlas a fin de no morir de frío. Pero solos vivimos, y aunque no lo parezca, sabemos disfrutar la lluvia, tanto, como los rayos del sol. Nosotros, los lobos, no buscamos, no sabemos buscar… encontramos.

Los lobos, no perseguimos a las mariposas, las bienqueremos sencillamente por ese tiempo que se dan para visitarnos. En el fondo, nos gusta creer en sus palabras, las guardamos tan bien, que nos ayudan a convivir con los fantasmas cada vez que se quedan mudos de impávidos. Creemos tanto en la palabra, que nuestras promesas son por siempre, así que si un día prometí quedarme, nunca irme… así será. Si usted tiene que volar ahora, no le sigo. Si alguna vez, en su vuelo, advierte que estoy cerca, no tenga miedo, es solo que sus alas le han traído de vuelta… conmigo.

Aroón Rivera
(y su lobo estepario)

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Debo confesar que sentí cosas intensas al releerla, porque en el fondo sigue diciendo lo que hay en mi corazón.

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