martes, mayo 19, 2009

Del adiós de un poeta...

Mucho han dicho ya, seguramente ustedes han leido algo por ahí y por allá al respecto. La muerte de un hombre quizá no significa mucho para la humanidad, pero la muerte de un poeta como él, como Benedetti, no deja de hacernos un hueco en el pecho. A mi en lo personal, que crecí con su poesía, no dejo de alegrarme por haber tenido la oportunidad de escucharlo leer su trabajo en el Palacio de Bellas Artes y tampoco dejo de alegrarme de tener, en la adolescencia, amigos que me incitaran a leer y que gracias a ellos llegara a las letras del buen Mario.


Chau número tres

Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.

Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.

Te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.

Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.

Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.

Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.

Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.

Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.

Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.


Mario Benedetti

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