La serpiente me quedó más gorda de lo previsto, ¡la muy cabrona! Perdóname Dios mío, tu sabes lo que yo he hecho por esa que llegó como lombriz desnutrida hace cinco años. Le dí la mano, techo, alimento, -hasta se puso cachetona luego luego-. Dios, tu sabes que uno es hombre, y ahora sí me la pusiste difícil. ¡Pero qué estoy diciendo! Ese fue el diablo, ese despiadado amenaza con arracarme de tu lado Dios mío. Pero esa vívora, “esa vívora” no me va a seguir robando las limosnas, no me seguirá chantajeando con eso de que quedó embarazada.
Aroón Rivera
Relatos en cadena
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