Ahora sólo se alimenta de ricachones, la muy víbora. Así como lo oyes, tan bonita que era... y tan inocente que parecía. Pero mira, creció así, putita. Porque has de saber que no era nada inocente. Ya había tenido sus primeras experiencias en el campamento, cosa que me hizo perder la cabeza. Entonces, en el tiempo, me pregunto si habrá valido la pena asesinar a ese muchacho, porque quizá, de no haberlo hecho, Dolores, mi Lolita, sería una mujer decente, a la que este pobre viejo seguiría amando sin remordimientos.
Aroón Rivera
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