XXXII
Soy un volador empedernido
a penas comienzo y no puedo
sino ceder al vuelo
no quiero dejar de sentir
esa libertad ingrávida,
me envicio fácil de la altura
y la velocidad y las nubes
y los paisajes inmateriales
que me inundan,
no puedo controlar mi impulso
de seguir volando, vuelo,
solo vuelo, y cada vez
la razón se va quedando
un poco más remota,
vuelo hasta perder el sentido de mi vuelo,
sigo volando hasta perder la razón
y caer de pronto de un suspiro
entonces despierto
y sigo en la cordura…
descubro entonces
que mi locura no ha sido suficiente
o mis pulmones…
o mis alas…
Hojas sueltas
Aroón Rivera
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