A estas alturas, de viernes por la casi noche, con la incertidumbre sobre las decisiones, indeciso entre un libro y una fiesta llena de molestos encuentros... quizá fuese más prometedor el libro, sin embargo como mi vida es también un libro puede ser este uno de esos capítulos en los que si no llora el leector, por lo menos se ríe de las estupideces que somos, a veces, capaces de hacer.
Creo que iré a la fiesta...
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