Ella solía andar por la calle con sus grandes gafas, "me hacen ver más grande" decía. A veces, se las dejaba puestas aún después de que cayera el sol, claro, la falta de luz la obligaba a quitárselas y entonces venía ese instante en que su rostro se volvía ecuánime, casi inerte y la mirada se clavaba unos segundos en el suelo. Luego, como si recordara algo de pronto, le volvía la sonrisa al rostro y te miraba justo a los ojos y reía, aunque sus ojos no lo hicieran.
Siempre era más alegre con ellas, sobre todo, se notaba cuando se veía en el reflejo de un aparador o en un espejo, incluso en el espejito del copiloto; lo bajaba solo como para comprobar que sus gafas estuvieran ahí.
-Me encantan tus ojos- Le dije una tarde tras quitarle lentamente las gafas. -Deberías usar menos estas cosas, esconden gran parte de tu belleza-. Ella solo levantó un poco los hombros, me arrebató las gafas y volvió a ponérselas sin haberme mirado siquiera, me tomó de la mano y caminamos un rato en silencio.
-Mis gafas me protegen- Soltó con tono juguetón. Sonreí. -Me protegen de tu amor- Dijo más seria. -Porque a la luz del día, no puedes ver a la muerte a los ojos y decirle que la amas... y en la noche... no importa, en la noche pueden decirse mil mentiras... o creerlas-.
Aroón Rivera
martes, septiembre 18, 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
4 comentarios:
Que bello. Siempre es un disfrute pasarse por aqui.
Has visto el corto que he subido a LasCotidianas? Creo que va a gustarte y me gustaria leer tus palabras de consecuencias.
Hola Svor!!!
Justo anoche estaba viéndolo, pero no pude terminar de verlo, al rato me daré una vuelta por allá y lo reviso con gusto. Te dejaré mis comentarios!!!
Un beso.
ahm...
La descripción de la chica me recuerda un libro sobre el narcisismo, y mucho. Demasiado.
Saludazos.
Pues yo no lo entendí como una historia sobre el narcisismo...Si no como la muerte alejándose de la vida. Da un poco de miedo y esperanza al mismo tiempo.
Publicar un comentario